Voluntariado: el secreto para la eterna juventud
Podría afirmar con mucha seguridad que el hecho de haber sido (y seguir siendo) voluntario de una ONG, o haciendo Responsabilidad Social Empresarial en mi lugar de trabajo en su momento, marcó un antes y después en mi visión hacia la vida en muchos aspectos.
Más allá sobre qué organización o causa social elija uno, y sea la que despierte unas ganas inmensas de generar un cambio; el propósito del voluntariado va mucho más allá de la filantropía. Teniendo en cuenta que su finalidad se ve como una, el hecho de ser un voluntario/a puede abrirte la mente, cuestionar mucho de lo establecido en la sociedad, guiándonos para poder discernir si los porqués y los cómo para hacer las cosas son realmente viables en todas las situaciones.
Además de contribuir enormemente a generar un buen networking, uno de los momentos más importantes en los que uno puede encontrar amistades genuinas, siempre va a ser haciendo voluntariado. Y muchos quizá se preguntarán: ¿Por qué genuinas? Porque más allá de las mil y un diferencias u opiniones que un grupo pueda tener en algunos aspectos, todos poseen los mismos valores. Ese mismo foco para alcanzar un fin en específico. Sin importar qué tan pequeña o “por los cielos” que parezca esa causa a la que uno se está aferrando, la unión hace la fuerza.
Los casos son muy diferentes, uno pudo comenzar desde el colegio, otros un poco después, y algunos desde adultos (descubriendo que pueden dar mucho más al mundo que solo desde su lugar de trabajo) porque el objetivo principal del voluntariado está en levantarse, salir, generar cambios, y dejar huellas sostenibles en el tiempo, bajo todo tipo de pronóstico.
Algo que me gustaría resaltar (y que noté en tantos años haciendo voluntariado) es que las generaciones actuales ya no se quedan calladas ante las injusticias, sean estas: falta de cuidado hacia el medioambiente, precariedad laboral; violencia, desigualdad o intolerancia hacia minorías, incumplimiento de las leyes, entre muchas otras más. Por medio del voluntariado, se ofrecen espacios en donde distintos grupos de personas tienen voz, las oportunidades educativas son visibilizadas, muchas problemáticas de diversas índoles son debatidas (y en el mejor de los casos, hasta terminan en más de una solución) por jóvenes de una edad en la que se subestimaría su capacidad de juicio crítico. Sin embargo, muchos están a muchos años luz de lo que se “espera” de ellos en ese tiempo.
Para muchos padres, tíos o abuelos, estos pequeños actos que ven en la juventud actual pueden generar una proyección a todo lo que ellos en su momento quisieron reclamar, pero por diversas circunstancias sociales o políticas, el silencio y la indiferencia habían sido la mejor opción para vivir “tranquilos/as”.
El hecho de llevar a cabo una acción (grande o pequeña) ya deja una huella, siembra una raíz que se impregna en quienes nos observan. A modo de que, en un futuro cercano, sigan el mismo camino. Con más ideas, propósitos, proyectos y esperanzas en generar un mundo mejor.
El voluntariado es empatía, amistad, reciprocidad, energía y acción. Teniendo como bases a todos estos términos porque:
- Sin empatía, no podríamos ver más allá de nuestras comodidades, dándoles voz a las injusticias. A pesar de no tener ningún retorno material para nuestro beneficio propio
- Sin amistad y reciprocidad, las organizaciones no funcionarían en cada equipo que lucha por lograr un objetivo en común. No habría diversión y risas, siendo que muy dentro nuestro, es lo que más amamos de ser voluntarios
- Sin energía y acción, no existiría esa fórmula mágica que hace la diferencia en una o más personas
Todos podemos preocuparnos, pero… ¿quién se ocupa? Sí, el voluntario hace eso y más dando esa milla extra. Todo está en los detalles y quien ve más allá de su burbuja, por inercia va a replantear la vida de alguien que lo esté observando. Porque la semilla una vez plantada, no tiene otra función más que generar frutos. Así como la naturaleza lo aplica, nosotros como seres humanos racionales podemos lograr mucho más. Construyamos más, destruyamos menos.
Definiendo así a la verdadera esencia del voluntariado en solo tres palabras: aspirar a inspirar.